el brujo de letziaga

¡Ay en el mar! ¡Ay en el mar!

Era domingo en bahía de plata,
donde la marea desplegaba su música
en la partitura de una gaviota que me sobrevolaba.

 

Allí estaba yo junto a mi barca,
pensando en la estela de un corazón encallado
que en alta mar me reclamaba.

 

De repente al agua se me cayeron las llaves
de cristal azul como sus ojos azules
llenos de corales.

 

Desesperado lancé socorros vehementes
a las corrientes de olas, ondulantes y deslizantes
que por allí se contoneaban alegremente.

 

Entonces..., una hermosa sirena
salida de la concha de un cuento de hadas
encontró los llavines.

 

Y entre unas verdes algas
el mar me deslizó un corazón de nácar
lleno de pepitas de amor y alas de mariposa.

 

En el mar se me cayeron las llaves
¡Ay en el mar! ¡Ay en el mar!
tan lleno de pepitas con simiente de amores.

 

En el mar se me cayeron las llaves
¡Ay en el mar! ¡Ay en el mar!