I.
Por fuera de mi ventana
camina el mundo alocado
y hasta me asusta observarlo
por si acaso me contagia.
Lo miro con reticencia
no vaya a ser que me tome
por un idiota que come
todo lo que le presentan.
Se han mudado las razones
básicas de convivencia
y se viven experiencias
ajenas a condiciones.
Más me siento acobardado
siendo rebelde en mi casa
porque esta triste batalla
perdida está de antemano.
II.
El mundo me desalienta,
y mi pesar es tan grande
porque todo lo importante
se queda en las apariencias.
Echo de menos aquellos
valores que están en fuga
pues la sociedad camufla
su falta de fundamentos.
Hemos perdido conciencia
del camino en el que estamos
que nos lleva de la mano
muy lejos de la prudencia.
Somos reyes egoístas
sin intención de estar juntos,
hemos transformado el mundo
en reino de hipocresía.
III.
El mundo está padeciendo
la lacra de estar desnudo
y el concepto de futuro
no es un traje que portemos.
Dándole pábulo y brío
a banales tonterías
miro a la gente perdida
entre dudas sin destino.
A mi ventana me asomo
con mi talante despierto
y veo que en campo abierto
son menudos los retoños.
¡Ay aquellos mentecatos!
que pretenden transformar
el mundo en un ideal
pero el mundo está inventado.