Mirando las estrellas
de regio colorido;
observo que poseen
la luz de lo divino.
Si escucho los susurros
del tordo entre los lirios;
parecen de los sueños
magnificentes himnos.
Semejan de la gloria
su rayo claro y límpido;
los versos del poeta
que van de amor vestidos.
Imitan los zorzales
con melódicos trinos;
la calma que se encuentra
en los serenos ríos.
La lumbre prodigiosa
de los faros marítimos,
semeja la esperanza
de un mundo libre y digno.
Bordada de guirnaldas
la pradera yo miro;
y pienso que es la aurora
de libertad que ansío.
Cuando el día amanece
y escucho al tierno mirlo;
hosanas de justicia
yo siempre me imagino.
Sintiendo de los vientos
su arrullo suave y tibio;
dibujo en mis metáforas
de paz su bello nicho.
En los altos laureles
que guardan tersos nidos;
del hombre me parecen
sus gestos de humanismo.
Y viendo de los mares
su eterno y fuerte hechizo;
comparo su grandeza
con quien de honor es plinto.
¡En fin, yo soy el verso
que por tiempo infinito;
repleto de ideales
los pueblos han tejido!
Autor: Aníbal Rodríguez.