Si la inquina nunca es grata,
de ella debes liberarte.
Nada ganas con vengarte,
porque la venganza… ¡mata!
Y la vida te maltrata
pues te apresa la conciencia
sin amor y sin esencia
cada vez al despertar.
«Nada ganas con odiar,
siendo tuya la dolencia».
Porque el odio te devora
como el tigre que a su presa
en sus fauces la procesa
sin espera, sin demora.
Y el dolor no se evapora,
mas se filtra por las venas
como las duras cadenas
con grilletes en el alma
porque nunca sientes calma
si aumentando van tus penas.