José Luis Barrientos León

Frente al espejo

 

Es difícil apartar la mirada del espejo,

cuando las horas muertas parecieran resucitar,

con cada pregunta expresada,

a la figura reflejada en el cristal.

Es como detener la luz,

y paralizar los párpados,

para congelar el tiempo,

esperando una respuesta.

 

¿Será que todo está dicho?

¿Será que convocas el óxido y la costumbre?,

de cuestionarte sobre el dolor,

o de evocar lo que se soñó sin mirar al espejo,

o será que acaso el rostro,

requiere justificar las arrugas en injusticias y desdichas.

 

Preguntas al vaho sobre el vidrio,

que se hicieron los nombres que ya no importan,

o si la respiración tiene sentido con un tarugo en la garganta,

queriendo ser lo que ya nunca serás,

y la alegría y las sonrisas, concluyeran su expresión,

en los pies resignados que te tienen de frente.

 

Asomas una caricia al espejo,

como intentando una tregua con tus latidos,

para buscar que ese instante de nueva luz,

le dé sentido a tus manos y a tu respiración,

y que tus ojos adivinen que el perfil reflejado,

aún mantiene latidos,

y tu cuerpo no ha llegado al granito,

y tus ojos aún recuerdan paisajes,

y tus lágrimas no son gestos de muerte.