A CÓRDOBA
Las aguas que lleva el río
por Betis su antiguo nombre
resuenan bajo los arcos
del puente a la media noche
donde altivos los corceles
de una cuadriga en el trote,
ceden paso a tres culturas
en romance y buen acorde.
Augusto de torso en piedra
en convivencia los oye
a judíos, musulmanes
y, cristianos de fervores.
Testigo ilustre en la historia
El Arco le corresponde,
dejando La Puerta abierta
de la villa rumbo al norte.
Entre limos, la ribera,
de Albolafia pinta un bosque:
álamos, juncos y zarzas
emergentes sobre islotes
y en la estampa hay una noria
ilustrada en los pendones,
desde el puente que la vela
impasible al horizonte.
Al remanso, sobre el río,
se refleja en plata y noche
urbe insigne que espejea
y titila entre faroles,
invitando con la bruma
al misterio que propone
una Córdoba embrujada
de enigmáticos rincones:
Vigía espigada en piedra,
aljama que fue y que es torre,
sus paredes baña el río
sus campanas tañen cobre.
Columnas de jaspe y mármol
en arcos de dos colores
de caliza y de ladrillo
y mosaicos con galones
bizantinos, relucientes,
proyectados como soles
al mihrab de la Mezquita
con sura en revelaciones.
Rampante y garboso El Potro
de piedra blanca en la pose,
el agua sobre la fuente
que, en caños vierte con brotes.
Y en angostas callejuelas
empedradas con derroche,
fachadas de cal sostienen
un hálito excelso a flores.
Geranios y gitanillas
entre forjados barrotes,
descuelgan suave al vacío
se asoman por los balcones.
Tremolan suave en la brisa,
rezuman aroma a monte
hierbabuena, marialuisa
y azahar de los limones
y, la flor de los naranjos
que en sus ramas ya se rompe,
exhalan esencias frescas
al aura con dulce porte,
aquí, se engarzan en plata
y en un baño de colores
atavían ondas de aire
queriendo parar relojes
empapándose en el eco
repetido como acorde
del agua sobre las fuentes,
su espejo roto en temblores.
De fondo, vibran las cuerdas
de una guitarra en el toque,
sobre un tablao flamenco
con repique de tacones;
coplas quebradas profundas
sentimiento en el folclore,
notas de un patio andaluz
gala y baile entre clamores.
Las aguas que lleva el río
por Guadalquivir el nombre,
resuenan bajo los arcos
del puente como canciones
al ritmo, la melodía
y letra de rima noble
de esta ciudad encantada
que es relicario de flores.
Rafael Huertes Lacalle