Los amo por la melancolía de las miradas y por el rojo de sus labios y por la piel blanca de sábanas al alba.
Los amo porque hablan callados, por la sonrisa timida de pétalos y por sus manos suaves y delgadas.
Los amo porque me recuerdan la mañanas, la luna del dia y la copla del agua y la solitaria amapola olvidada.
Los amo por la frágil tristeza de alondra sin nido y sin canto.
Los amo porque se que al tocarlos se me encresparan los dedos y me crujiran, sin hacer ruido mi alma.