Me acomplejo,
parezco tonto,
quiero lo que todos quieren,
pero no lo quiero todo,
acomplejarme para diferenciarme,
torturarme para desangrarme,
estallarme para visionarme,
caer idiotamente para desvirtuarme.
¿Para qué ver complejamente?
¿Para qué sentir incansablemente?
¿Para qué tener sueños permanentes?
¿Para qué estar sin comprenderse?
¿Para qué la vida como vida y no estar simplemente con vida?
¿Para qué ser si no sé?
¿Para qué conocerte si me iré?
¿Para qué ilusionarme para caer?
No los merezco,
no me merecen,
ni me merezco,
como cuando me ardo,
tanto como me lloro,
como cuando me rompo,
tanto como cuestiono,
desespero.
Un alma se ahoga,
una lagrima en mi ahonda,
un pensamiento tortura,
una palabra que grita,
un recuerdo que corta,
el corazón que llora,
la hora que ahorca
y la falta chuza la aorta.
Se siente el palpito,
llama a la tristeza,
pero también lo ilusorio,
igual que suspiros,
quieren atarme,
desesperanzarme,
tomarme los ojos
y hacerlos mi llaga.
Aunque rompa el deseo,
arderme en el solo quiero,
un abrazo para el sueño,
otra alma contra el desdeño,
no humearme en el cielo,
aunque ceniza solo pienso,
una imagen veo
de mi gemelo como fuego.
¿Qué es buscarse,
o por lo menos intentarse?
Solo un camino,
oscuro,
sin encuentro,
sin sentido,
corrompido,
ni me quiero.