jvnavarro

LA HIPODERMIS DE UNAS VIDAS QUERIDAS

En esta mañana me entretenía
quitándole a una pared 
capas y más capas 
de descascarada pintura
 y es que quería, 
llegar al ladrillo 
puro y duro 
y estando en este menester
he pensado en lo que es 
nuestro transitar por la vida.
 
Por allí cemento, 
por allí yeso,
por allí cal,
por allí arena viva,
por allí colores diferentes,
por allí diversas texturas.
 
Por allí intuía,
las manos de mi madre
diluyendo en un bote 
pigmentos para pintura,
que mezclaba con gotas de sabiduría,
que con un pincel luego repartía.
 
Por allí un corazón pintado
nada de púrpura,
en una niñez 
que todo se lo permitía.
 
En cada rascada con la espátula
que sobre la pared ejercía
se me iba un trozo de mi vida.
 
Ya la pared lisa, 
sin más trazas
que unos ladrillos desnudos,
violentados en su cara menos dura,
me he dado cuenta 
que he dejado en puntillas
las almas de muchas vidas,
en aquella pared representadas
en las escamas en forma de malla
con sus fisuras
 que al aire salían.
 
Reponer el daño causado 
es imposible,
no hay vuelta de hoja
en esta travesura,
todo ha quedado al descubierto 
y es que sin saberlo
he hecho un poco 
de empleado de carnicería, 
que oveja  que le llega 
no volverá a balar en su vida.