Ellie Woonlon

Pintor triste

Te imaginé con alegría,
te imaginé en algún prado,
creí que por casualidad vivías
en un raro
y enajenado castillo;
te inventé estrofas
todas para tu agrado,
y sus metáforas, al compás del viento
como hojas se han caído;
solo para darte un cielo,
un cielo que te arropara
con suave y tierno hilo;
y no me levanté jamás del lecho,
te soñaba por ahí, te soñaba vivo;
creyendo en el más allá, dormitaba feliz
pero te habías ido.

Llamé bella a la muerte,
y me volví su amigo,
me pidió que le dibujara
un buen corazón,
mientras estrujaba el mío,
por ahí,
por algún sitio;
tallé un paisaje hermoso
hasta volverme
muy cruel conmigo;
y desde ayer que me digo,
que todos partimos
hacia el lodo,
aquel lodo podrido.

Trazos con vehemencia,
rosas, azucenas y lirios,
dulzura
en el papel grafito;
y mi alma
sin su delicadeza única,
sin su espíritu.

Dos pinceladas burdas,
y en la pintura llora
un triste niño;
y dentro de una negra boina,
resuenan las monedas
mientras busco mis tonos,
aquellos colores perdidos;
porque de brillo
y de tus ojos
estoy en quiebra,
estoy hecho un mendigo.