Preciso unas manos libres, leales
que no conviertan en sueño la belleza
ni se alíen a la mentira cuando callo
que no justifiquen la voz cuando ya no sirve
ni busquen dioses en el cielo cuando se muere en las calles.
Manos que no se tumben en tálamos cuando vocifera el hambre
que no ofrezcan inciensos cuando las iglesias arden
ni nieguen verdades justificando las causas
que encuentren respuestas sin importar consecuencias
que venzan el miedo sin esconder los fantasmas.
Preciso unas manos que planten eras en el campo
que recojan cosechas y acopien las mieles
que enciendan hogueras cuando el frío asesine
que sostengan los vástagos, aunque los brazos sean débiles
que enriquezcan la vida entregando caricias
que sieguen, abracen, cobijen y amen