EL POEMA QUE BURLÓ A LA MUERTE
Su llanto la eternidad cruzaba ¡Triste sinfonía!
En las página sin día de un poema y anagrama,
desamores y alegrías en nobles líneas describía.
Se agolpaba en los cristales
de la orfandad del mundo frío;
allí donde nadie sonreía...
Y no comprendimos el porqué de su cruel llanto
y el porqué de su final.
Notase que en sus sentimientos
portaba un libro de versos olvidados,
de sueños, de mulatas alegrías,
y cabalgaba en un potro salvaje,
¡de ébano su amor por los llanos y los ríos!
Su historia, en piedra, en cardos, y en abrojos afilados la tejía;
trepaba las cumbres para respirar
la vida, que se le iba escapando él sabía
¡y entre sus dientes marfilados la atrapaba!
Y no comprendimos el porqué de su cruel llanto
y el porqué de su final.
Se le veía portando un ataúd de piedra,
se enteraron que él iría por ti en el instante inesperado;
pero, nadie supo el porqué de su andar sombrío,
de su retardada melancolía,
ni el porqué del cristal roto de su alma
en un verso frío...
Él sembró amor dónde había estiaje;
donde la guerra durmió al inocente,
allí estuvo con la viuda, el huérfano, el olvidado.
Él tuvo conciencia donde el villano robó el usufructo del pueblo,
donde el credo fue tan sólo un vil pretexto.
Y no comprendimos el porqué de su cruel llanto
y el porqué de su final.
La pasión le desbordó en bohemia,
en húmedos rostros sombríos,
en celajes y desencantos;
pero, fue fugacidad pertinaz el llanto
qué cruzaba la eternidad
y sorteó a la fatalidad y en los arrabales
se perdió.
Y con una mueca por sonrisa entre arreboles renació.
Y no comprendimos el porqué de su cruel llanto
y el porqué de su final.
8:44 p.m.
19/06/2024
Santos Castro Checa