Después de tanto caminar
justo cuándo puedo pensar,
en este momento extraviado
de minutos desconcertados
pienso lo que soy y quien tú eres,
que he sido yo y quien tú fueres
y hacia dónde habré de mirar.
Hoy que van seguros mis pasos
sueltos de tu sólida mano,
que mi plumaje bato fuerte
para remontar las salientes
y las cúspides alcanzar
para a su fin poder llevar
a los que ya me han sido dados.
Veo tu ayer y mi presente,
mi futuro en tu diestra frente,
a los abuelos que no están
y a los hijos que arribarán
cual bellos hilos enlazados,
tiernos retoños que asomados
en las campiñas reverdecen.
Cuando era libro por llenar
he obtenido de tu heredad
los más admirables regalos
que tu corazón ha emanado,
de ti aprendí como ser fuerte
a pesar del tiempo inclemente
y las tormentas por domar.
La sabiduría es legado
que has colocado en mis labios
para declarar elocuente
esas verdades persistentes
que se deben de revelar,
y nunca intentar ocultar
lo que debe ser proclamado.
Y si habrá que ser inclemente
ante la mentira indecente,
de ti también supe apreciar
que la suave amabilidad
hace que los tragos amargos
dichos con respeto y agrado
son una prudencia valiente.
Tu trabajo hizo valorar
el afán y laboriosidad
impresa en tus rugosas manos,
de siempre haber aprovechado
la disciplina recurrente
como explosión incandescente
que dio pan y calor al hogar.
De ti también he respirado
Aquel silencioso llamado
que tan solo hombres resistentes
cargan en sus hombros hirientes,
la misión propia de llevar
la noble responsabilidad
de proteger en cada paso.
Al fondo del peto aparente
de tu fortaleza patente
aprendí también como amar,
a servir cuidando y a dar,
el místico idioma signado
que los ancestros heredaron
cual señal de caridad ardiente.
Sin afán por demeritar
la valía de tu heredad,
de lo que he dicho y he olvidado
y a mi corazón ha marcado,
diré certero y transparente
el mayor valor que tu fuente
ha dejado en mi diario actuar.
Hablo del acto más humano,
de saberse simple y profano,
tan inacabado y carente
de la perfección que pertenece
al árbol de suma bondad,
así tu fugaz debilidad
muestra los justos significados.
Así papá tu andar paciente
alumbra en luces refulgentes
a los ancestros que vivirán
en la prole que precederás,
creando su destino marcado
de ser el reflejo cercano
del Padre que ama eternamente.