Transitan la luz,
acarician el paisaje,
cavan en otras almas
y desean lo incontable.
Rayos de sol llegan a sus entrañas,
ojos inefables que atrapan esperanza,
espejos de tranquilidad para otros,
borradores de la infamia
y anestesia de terneza.
El sol casi siempre su compañía
junto a lo infante que abandona al mundo,
una crudeza de mimo,
deshonra para el olvido
y abrazo de lo indefinido.
Un sueño para el pasado
como el deseo para el niño,
como lo inexacto del sentido
o como las palmas que abrigan lo temido,
finalmente, ojos del infinito.
También la luna como su amiga,
tortuoso camino ilumina,
flagelación expone con su luz blanca,
preocupación pareciera,
quizás tristeza recuerda,
no lo sé,
lo que si sé,
es que sus ojos estrellas desean.
La agudeza los cierra,
las vivencias los toca,
lágrimas del alma que soban,
emociones que a veces sofocan,
pero el corazón de algodón esperanza dulce proporciona.
Ojos de gato,
afligen lo temido
atrapan lo no querido,
inundan sueños del paraíso
y son guardianes de lo bonito.