Tu recuerdo es el vacío que hay en la profundidad, cubierto de hielo. Para ocultar la sensación de que aún soy capas de sentir la vulnerabilidad de querer amar y ser amada.
Soy la presa fácil de cualquier individuo, despiadado y sin corazón. Y entiendo que te necesito desesperadamente para poder mirar más allá de esos ojos crueles y oscuros; aunque sean color miel. Para escuchar otra voz que no sea la suya, y obtener la valentía de no cometer la misma estupidez.
Estoy vencida y el lobo me come, lentamente al despertar. Me saborea y disfruta sin empatía de mi dolor y aspecto sangriento. Me esfuerzo para no rendirme y luchar por el cambio brutal que mí vida necesita. Pero no quiero dejarte en el pasado de lo que alguna vez fui.
Me culpo por culparte, te ruego que me perdones por eso. En las pocas palabras que me salen aún cometo la idiotez de buscar culpables que me hagan ver inocente, víctima de un juego macabro y que yo misma cree.
A las 03:48 a.m. me siento a tomar café, pienso que si no me voy a la cama, al amanecer lo sentiré y comenzaré el día deseando que anochezca. Y temo no conciliar el sueño.
Temo de no volver a dormir, nunca más. Temo dormir y en el transcurso me roben la memoria, despertar y que en ese sueño te haya olvidado.
...y entiendo que tu recuerdo está desquiciando mí pobre juicio. No puedo continuar de esta forma, lo siento por ti y por mí. Siento que es más fuerte que yo, y que esto ya lo he vivido, una y otra vez. No encuentro como sentir sin el pesimismo del futuro que desconozco.
No obstante continuaré con la promesa de jamás olvidar; aunque eso me cueste la vida, o la libertad, que a fin y al cabo, ya siento pérdidas. E irónicamente me mantiene absorbiendo el amargo del paisaje húmedo y gris. Triste y frío, pero que al recordar, tú vivirás dentro de mí corazón. Entonces ambos seremos vivos otra vez.