La cosecha
Paseando por una acera
me acordé del segador,
porque el trabajo era
duro y agotador.
En esa acera, en el suelo
había muchos piñones,
al cogerlos con mucho celo
me dolían los riñones.
Igual que los segadores
tenían que agacharse,
para aliviar los dolores
había que levantarse.
Así recogí un buen puñado
y luego tuve que partirlos,
quedé un poco apurado
al tener que repartirlos.
Otra vez que vea piñones
me daré un gran rodeo,
para aliviar mis riñones
y evitar respirar con jadeo.
Antonio Reina Moreno 21/06/2024