Mi cuerpo de princesa
Y mi alma de reina
Sus manos de príncipe
Y su corazón de rey,
No faltaba nada,
No sobraba nada,
Y en un segundo,
Nuestros cuerpos rebosaban.
Era un almacén,
Un tipo corte inglés,
Donde mi mano amorosa
Le ofreció la manzana más sabrosa,
En lugar de mandarlo al abismo,
Le di la bienvenida al paraíso,
Lo ancle entre mi alma y mi piel,
Sin firmar un solo papel.
Pasaron los meses,
Los años también,
Aun lo sueño en las noches,
En el almacén aquel,
Con las manos temblando
Y el sudor también
Surcando sus dedos
Sobre mi piel
Bajándome el vestido
Como yo le ordene.