Tomas Tomenos

DesilusiĆ³n

Un hombre pasea por una feria con su hija pequeña cuando pasan por un puesto y la niña le pide al padre que le compre un globo de helio y dos manzanas de caramelo: una para ella y otra para su hermanito, que no había podido acompañarles a la feria por estar constipado.

El padre se lo compra, advirtiéndole que tenga cuidado y no suelte el globo, o de lo contrario se le iría volando y lo perdería. Mientras pasean por la feria, entre atracciones, tómbolas y puestos de dulces, absorta por las luces y el sonido, la pequeña va degustando su manzana, y al terminar de comérsela, salen de la feria.

Camino a casa, cogiendo con una mano la manzana de su hermano y sujetando con la otra el globo, la niña camina mirándose ambas manos alternativamente. Por un lado, va con la ilusión de darle la sorpresa a su hermano, pensando en la alegría que se llevará cuando le dé la manzana. Por otra parte, tiene miedo de perder el globo al soltarlo, y así se lo hace saber a su padre, quien le da a entender lo conveniente de dejar escapar los miedos porque si no, pueden romper nuestras ilusiones.

Llegando a casa, en un descuido, la niña abre la mano con la que sujetaba el globo y el hilo se le desliza entre los dedos. Al darse cuenta, da un salto para intentar atraparlo con las dos manos, con tan mala suerte, que la manzana se le cae al suelo y el caramelo cristalizado queda hecho añicos. Entonces, deja de mirar al globo que se perdía en la inmensidad del cielo para agacharse y comenzar a sollozar al ver la ilusión rota de darle una sorpresa a su hermano. Rápidamente, su padre también se agacha para cogerla en brazos y regresar a la feria a comprarle otro globo y otra manzana, pero en este caso, la niña le dice al padre que solo quiere la manzana.