A veces me dieron ganas de no despertar,
de no cambiarme y salir al mundo
a lucir mi sonrisa o la ropa que elegí usar.
A veces me siento medio viva y media enterrada,
y suelo sobrepensar.
A veces vivo como si ese día fuera el último,
paso cerca de los rieles del tren
para sentir el aire en mi cara,
luego viajo mirando los rostros de la gente
y pienso cuándo el tiempo es valioso
para lo que usas.
El tiempo es valioso del día que vives,
el tiempo que compartes con quien amas,
el tiempo que no dices nada
por miedo a una respuesta equivocada.
El tiempo es valioso cuando piensas en lo que queda.
A veces me siento como si fuera un alma vieja
en un mundo diferente,
siento que este no es mi tiempo.
Me cuestiono, me pregunto,
me cuesta cerrar los ojos de noche
porque me intriga lo que hay en el día.
Me contradigo, me castigo, me perdono,
hablo sola entre mis cuatro paredes,
y siento el eco de mi sala.
A veces solo tengo de amigo a mi pincel
y a mi perro dándome calor en los pies.
Supongo que eso es parte de vivir
medio viva y media enterrada.
Hay tiempos donde hay momentos mezquinos,
quisiera a veces encontrar la felicidad
en una ignorancia plena,
pero la vida es así
y vamos por ella con pies de cristal.