el brujo de letziaga

Barrendero del alma.

Barres las calles
y quitas carteles de las paredes
operario de soles,
que también sabes nadar entre las horas
cuando llueve de manera inclemente,

 

y que frotas tu sangre
en una estufa que calienta el frío de tus miedos
cuando te encuentras a la intemperie,
haciendo migas con las bajas temperaturas
que te regalan los copos de la nieve,

 

tu vida no tiene paredes ni techo
pero sabes muy bien retener al viento,
cuando cruzas las calles monótonas del silencio
con un pasaje hacia lo etéreo,

 

y te pierdes
dentro de ti mismo,
en el deseo de estar en otro sitio
sin nada que alcanzar, únicamente descansar.

 

Usted barrendero..., no sabe,
distinguir las opulencias de las miserias,
solo el poema de cada instante
penetrando en sus entrañas como brutal escalofrío.

 

¡Qué soledad! 
Tienen las aceras con hojarasca
llenas de hastío y de congoja,
de colillas con baba
y las sombras negras de unas alas.

 

Qué tristeza con el sol y la lluvia,
usted eso..., si que lo sabe barrendero del alma
cada vez que suelta la mano de la escoba
para sujetarse a la vida.