Aquel inefable amor,
hundido en la melancolía,
brilló con gran esplendor
antes de apagarse un día.
Parecía sempiterno,
dada su luminiscencia,
más como nada es eterno,
llegó al fin de su existencia.
Su inexorable final
fue flébil e inexplicable,
lo que fuera pasional
se convirtió en deleznable.
Solo queda la tristeza
de ese amor que se ha perdido
por culpa de la torpeza
de no haberse comprendido.
Mitigar ese dolor,
solo podrás, si eres fuerte,
al recordar su fulgor
penarás hasta la muerte.
Classman