Carlos Justino Caballero

DE LA ESPINA A LA ROSA

 

De esos labios se escuchó un silencio de espina.

 

No supieron gritar la gloria de la rosa,

que, aunque efímera, cambiaría el destino.

 

Después, espacio y tiempo separarían

a la espina de la rosa y al grito del silencio.

Pero no hubo olvidos ni lamentos

en los lapsos sucesivos

del inexorable transcurrir de la existencia.

 

Sólo senderos diferentes que eludieron lo prohibido.

Sólo quedó la certeza de lo inevitable.