Ayer quemaba el sol
y el bochorno
se escondía entre las flores,
y sentadas junto al perro
en un rincón del portal,
bajo un aguacero de lápiz,
recibíamos al sol
con los ojos cerrados.
!Niñas, en casa
hasta las cinco!
Junto a la ventana
mi madre bordaba
con hilo de oro
las sábanas blancas,
mientras mi padre
desgranaba con las manos
en los campos maduros
las espigas amarillas.
!Niñas, en casa
hasta las cinco!
Volábamos con las palomas
y perdíamos la brújula.
Con la sal de la laguna
curábamos las heridas,
y corríamos por las eras
persiguiendo lagartijas,
con la cara quemada,
con los pies rotos,
y el cielo nuestro.