Tus manos, en latidos fueron dogma
versos libres que tallan el destino
son en mí, espejo, tus ojos ladinos
cede el juicio ante el sabor de tu boca.
Deseo, azucena que no deshoja
pérgola dónde se abriga el instinto.
Recorro a ciegas este laberinto
que navego al besar tu piel hermosa.
Es ausencia, sí al corazón asola
sendero que conduce al precipicio.
Sin ti, soy un ruiseñor que trina mustio
un cerezo, al que abandonan sus hojas.
Sí niegas tus besos, nace la sombra
heraldo que convoca a mi delirio
silencio que atormenta los sentidos
lúgubre melodía, mi alma entona.
Cerrar los ojos es promesa rota
en la madrugada, transito en vilo
no voy a dormir, si no sueño contigo
vivir sin ti, es una vida sin prosa.