En el rincón de un corazón herido,
donde el amor se ha vuelto eco frío,
vive una mujer de alma noble y pura,
cansada de una lucha que no perdura.
Da todo cuando se entrega, sin medida,
sus sentimientos, un río sin salida,
pero siempre escoge al que no es,
dejando su alma en un eterno revés.
Cada lágrima es un verso no contado,
cada suspiro, un sueño desgarrado,
se pregunta si en algún rincón perdido,
hay un amor que la espere sin olvido.
Su corazón, un jardín de flores raras,
ha sido campo de tormentas y mareas claras,
donde sembró con manos delicadas,
esperanzas y promesas desmoronadas.
Es noble, su amor una llama eterna,
pero el destino juega con una carta interna,
no encuentra quien refleje su brillo,
quien valore su amor sencillo.
Cansada de dar y no recibir,
se repliega, empieza a desistir,
pero en su nobleza, aún hay fuego,
una chispa que desafía el sosiego.
Porque un corazón puro nunca se apaga,
aunque la vida le muestre su daga,
y en su cansancio, aún espera,
un amor que cure su alma entera.