Soy una hoja seca que se desprende del árbol, un fragmento de vida que el viento arrastra, un eco de existencia en la vastedad del tiempo, flotando en el abismo de lo desconocido.
Las ramas, otrora refugio, ahora se alejan, y el cielo se abre, infinito y misterioso. Soy una partícula en el torbellino del cosmos, un susurro de la naturaleza en su danza eterna.
El sol acaricia mi piel decrépita, el viento susurra secretos inmemoriales. Cada giro, cada caída, un acto de resignación, una aceptación del destino, del ciclo inevitable.
Soy una hoja seca que se desprende del árbol, un símbolo de lo efímero y lo eterno. Mi viaje es breve, pero mi esencia perdura, en el tejido infinito de la vida y la muerte.
Así, me entrego al aire, libre de ataduras, consciente de mi papel en el vasto escenario. Soy un reflejo del ser, una sombra en el flujo, una hoja que se disuelve en el misterio del todo.