Angel Rafael Anaya Puerta

¿Por qué no tome yo tu lugar?

 

¿Por qué no tome tu lugar, mi hijo amado?

¿Por qué no fui yo quien cruzara primero

ese umbral de sobra y desconsuelo,

dejándote a aquí, en la luz del prado?

 

Yo, que te vi crecer bajo el sol radiante,

yo, que te arrullé en noches de tormenta,

me pregunto ahora, con el alma en pena,

¿Por qué no fui yo, en ese instante?

 

Tu ausencia pesa como el mundo entero,

mi corazón se quiebra en mil pedazos,

¿Por qué no fui yo quien tomara tus pasos?

¿Y dejara a tus pies el sendero ligero?

 

Cada día, mi hijo bello, cada despertar,

llevo en mi ser tu risa y tu canto,

¿Por qué no fui yo quien te dejó el encanto?

¿de vivir, de soñar y de disfrutar?

 

Tus pasos, ecos que el tiempo retiene,

tus ojos, reflejos de un cielo infinito,

ahora son recuerdos que en mi pecho habitan,

deseando en silencio que nada te detenga.

 

Tu risa, estrella que alumbra mis noches,

tu voz, melodía que el viento se lleva,

¿Dónde quedo tu alegría eterna?

¿Dónde tus sueños, tus risas, tus broches?

 

No hay respuesta que calme este llanto,

ni consuelo que alivie mi duelo constante,

Pero en mi amor eterno, mi hijo brillante,

me sigo preguntando ¿Por qué no tomé tu lugar?

 

Autor: Ángel R. Anaya Puerta

El Ángel de los sueños

Todos los derechos reservados a su autor

Código de registro 9202284- G03005