Hay estridencias que fundan las mañanas frías
En la ciudad encantada de rutinas y deberes.
Son los desafíos de motores y semáforos,
En la intermitencia de los momentos,
Que se van…
Son los recorridos de los buses interurbanos
Yéndose por las calles, sin dejar huella atrás…
Son días estrepitosos,
Que contaminados por la locomoción colectiva,
Buscan una oportunidad, para redimir un jamás.
Son frases ateridas, que deja el viento,
Cuando arrasa las copas de los árboles
Y anuncia la llegada del invierno.
Frases, que se acopian en la garganta,
Asfixiando los sentidos mágicos de la palabra.
Expresiones, como un continuo latido de voces,
Que están resonando un eco al fondo de un ser,
Iluminado por el adiós.
Es el tiempo traducido en palabras,
Construyendo y salpicando con fe, mi hoja blanca.
Alegorías, que se elaboran y caen al abismo de los días,
Enfermas de rutinas incongruentes,
Que están expresando el diario vivir.
Frases que nunca estarán terminadas,
Porque en esta literatura adversa,
No hay progresión dramática:
Sólo juegos para el existir.
Una oportunidad para renacer;
Una frase que se mecaniza para sobrevivir…