Desnuda tengo el alma de primaveras
y el corazón herido de tantas verdades,
volver a caminar por las calles más añejas
donde las palabras no supieron encontrarse...
Lágrimas que envuelven las cosas sempiternas
y el tiempo que se convierte en un instante,
mientras la soledad acera más las cadenas
encadenando a los sueños que despiertos se caen...
Mi cuerpo aún joven en un alma ya vieja
con la tristeza que me acompaña en este viaje,
mientras mi sombra recluida se queda
y mi pena es una flor que sus pétalos me abre...
Mi realidad se refugia en un castillo de arena
mientras la tragedia me ofrece sus llaves,
y todo se enreda entre la misma ausencia
golpeando en mis versos y mis tardes otoñales...
Ya no hay voces, solo pasiones muertas
en una soledad que solo quiere amedrentarme,
mientras el reloj que sigue dando sus vueltas
y ¡en el camino mis huellas que vuelven a marcarse!