Tú no lo sabes, mas yo he soñado
con la magia hechicera de tu aliento
y es que tiene mi alma como alimento
ese dulce mirar que me ha embriagado.
Tú no lo sabes, aunque lo presientes,
lo intuyes por la forma en que te miro
y lo finges con un leve suspiro
como evadiendo un amor evidente.
Y es una verdad que nunca te he dicho
en palabras, pero sí con mis actos
que cual loco, aferrado a su capricho,
te bañaría de besos, de ipso facto.
Yo tampoco lo sé, pero imagino
que tu sangre se agita en mi presencia
y que en estos días de tirana ausencia
bebes el recuerdo, cual agridulce vino.
Ni lo sabes ni lo sé, pero añoramos,
con la mente inundada de fantasías,
lo felices que serían nuestras vidas
¡cuando podamos gritar que nos amamos!