Nunca entendí de tierras, ni de rastrillos;
perseguí a las ciudades, escapé de los olivos,
sequé mis raíces…
Nunca entendí de ríos, ni de frutos;
resurgí de mis dineros, viví de su usufructo,
caminé por sus railes.
Nunca entendí, nunca,
cómo podía mi abuelo por su tierra morir
No comprendí, nunca,
como pude yo soñar de su huerta partir
Me pregunto yo ahora
qué será de mi ciudad, de mi río, mi latir.
Me pregunto muchas cosas,
pero nada consigo más allá de revivir.
¿Y cuánto he de vivir
cuándo todo ha marchitado?
¿Cuánto he de aguantar
lo que otro ha reclamado,
y reclama para sí?
¿Qué será de la ciudad?
¿Qué será de mi pueblo?
¿Qué será de mí?