Tengo una lágrima atorada en el pecho.
A pesar de su pequeño tamaño
me presiona tanto por dentro
que me dificulta respirar.
Intenta subir
pero se queda atorada en mi garganta.
Mis manos tiemblan. Se cierran.
Un trago de saliva hace bajar esa lágrima
que amenazaba con hacer explotar mi cabeza.
La mirada perdida y un esbozo de sonrisa
maquillan mi rostro.
La lluvia cae en los puentes de la ciudad...