Infraestructuras comerciales sofisticadas
sin pájaros que visiten sus viejas vigas:
son cimentaciones de raíces profundas,
son los bazares que se visionó en Damasco.
Ya en el pasado quedó la plaza de mercado,
la caminata con la abuela de la mano
desde la casa y hasta la plaza del barrio,
que en el veintisiete los Ullén cimentaron.
Ahora es cómodo, espurio y sofisticado:
son las reuniones en restaurantes cerrados.
Atrás quedó el melón, la papaya y los mangos
y al aire libre los guacales amoblados.
La abuela con ruana de lana y olor a nardo
llevaba a Dios en sus labios, corazón santo:
el rosario en sus manos, y yo con mi hermano
jugábamos con piñas, moras y bananos.
Ahora los viernes ya no es la plaza de mercado
el barrio Las Cruces moribundo olvidado,
ahora son colosos centros comerciales
de ropa, perfumes, hamburguesas y helados.