En una mansión abandonada vivía una niña solitaria y asustada. Las sombras bailaban en las paredes, mientras ella con miedo se acurrucaba en su cama.
Una noche oscura y tormentosa, un esqueleto misterioso apareció en su habitación. Con ojos vacíos y una sonrisa macabra, se acercó lentamente a la niña con intención.
Ella gritaba y lloraba de terror, pero el esqueleto no se detenía. Sus huesos crujían al caminar, con una sed de venganza que no se podía explicar.
La niña sintió su frío aliento en su piel, mientras susurros siniestros llenaban el aire. El esqueleto la agarró con fuerza, y la arrastró hacia la oscuridad sin ninguna piedad.
Desde entonces, la niña desapareció, y en la mansión solo se escucha su risa macabra. El esqueleto sigue vagando en busca de almas inocentes, atrapadas en su eterna pesadilla aterradora.