Se filtró esa simiente
de una piña entre las piedras,
en aquel acantilado
y germinó floreciente
asustado entre las hierbas,
con su raíz y su tallo.
Nació el pino en lo alto
sin elegir el lugar,
y al suelo, encadenado
a la orilla de un barranco,
nació allí solitario.
El rio y su mirada
no dejaban de mirarlo
y las flores lo miraban,
y los montes asombrados
observaban ese árbol.
Y la envidia fue creciendo
por todos los elementos,
por un pino que sin quererlo
nació en el sitio perfecto.
Y la lluvia le cayó
con fuerza desde los cielos,
y el sol, quiso quemarlo
y lo azotaron los vientos,
el frío lo congeló
y terremotos quisieron
que ese árbol que nació,
abandonara ese puesto.
Pero el pino, aguantó
y agonizaron sus ramas,
su tronco, se le partió
y derramó en el su sabia.
Todos rieron al ver
como el árbol fue muriendo,
y el rio, el sol y el viento
se olvidaron pronto de el.
Llegó la primavera
y el campo mudó su tono
y brotaron ramas nuevas,
en el pino, en su tronco.
Todo quedó en silencio
y todos pudieron ver,
que esta vida solo es
luchar, por seguir viviendo.
Y si el pino había nacido
en un lugar tan hermoso,
quizás, fue merecido
que mas da si naces pino¡
o matorral en el fondo.
Y lo miraba al pasar el rio
y el viento lo acariciaba,
el sol, secaba el rocío
y la envidia ya no estaba.