Carlos Eduardo

REINOS DE GENTE FELIZ Y SONRIENTE

 

Desde el descubrimiento

y conquista

de este territorio,

los reyes fornican

en los portillos,

en los huecos,

por las hendiduras;

 

la fiebre del oro acumulado,

trastornó su “metabolismo”:

 

ha sido arriesgado para los súbditos

aparecer delante de ellos,

no tienen compasión;

 

en torno a palacio

hay ciudades enteras,

donde todos se parecen,

y reciben su merecido

cada tanto;

 

las damas al principio protestan,

los señores son más realistas

porque algunos se alejan después;

 

todos muestran sus blasones con orgullo,

producto de sus bien ganados privilegios

ante la corona;

 

lucen tan gallardos,

viriles y compuestitos,

las damas están alocaditas

y celosas entre sí;

 

hombres y mujeres poseen saludos

protocolares para con la realeza

que les pasa revista a diario;

 

se ha terminado el precioso metal,

mal habido, en estas tierras;

pero las costumbres quedan,

nadie protesta,

sino al contrario,

muestran su gran felicidad.

 

Hoy todo sigue igual.