el brujo de letziaga

Tengo en mi alma su nombre.

Tengo en mi alma su nombre.
El de la mujer
que de amores me desnuda...
y siempre,
se duerme en los labios de mis ojos.

 

Se pronuncia
como si fuera una rondalla
con música regalada,
y que me ofrece su placer,
sensitivo y jovial,

 

como un vals
que sobreviene de puntillas
y que aun sigue virgen,
de todo roce
que le pide baile,

 

como cuando nieva...
y nieva y nieva,
y me parece cada copo
una caricia,
que apenas me moja.

 

Y es que su nombre
me suena a un beso indefenso,
como si fuera un viento sosegado,
desde su alma
a las cuerdas vocales de mi voz.