Despacio, tocame, lentamente. Con suavidad, desliza sobre mi tus manos.
Y sonará, mi voz tal melodía, que sellarás tu alma con la mía.
Con brío y ligero, con la intención de un torrente. Cayendo como el chorro de una fuente. Sucumbiendo a nuestro volcán ardiente.
Somos dos, como un cielo, abarcando un paraíso.