Sucede, en las mañanas,
cuando un rayo de luz atraviesa mi sien,
que me desarmo,
me encuentro desnudo de dureza,
impronunciable,
casi admisible.
Y recorro del rayo su espacio,
sus minutos,
le disfruto la intención de no tenerme
armado hasta los dientes,
indescifrable.
Un segundo pienso,
desmiembro la realidad,
construyo las mentiras más hermosas
y me recuesto a descansar.
Luego
fotoaugliafobia repentina,
me devuelvo con lo oscuro,
me envuelvo en la coraza
ya listo para caminar
de nuevo por el mundo.