Fue un día sin saberlo
y sin notarme molestia,
que mi mal por los poemas
me hicieron caer enfermo.
Que mis ojos del cuaderno
no podía separar,
que corrían por mi cuerpo
los temblores de los versos
que mis venas, mi cerebro
de letras estaban llenos,
sin poderlos sujetar.
Que al alba, al despertar
y estando medio despierto,
corro de nuevo al cuaderno
y vuelvo de nuevo a versar.
Que la pluma entre mis dedos
baila sobre el papel,
que describo sentimientos
y los rimo sin querer
y vuelve el anochecer,
y entre los versos, me duermo.
Este mal que esta presente
no me permite vivir,
solamente escribir
me relaja y me entretiene,
no encuentro la solución
ni el motivo de perderlo,
entre pluma y cuaderno
creo que estoy enfermo,
enfermo del corazón.
Y que escribo sin parar
porque no conozco cura,
¿ que pastilla he de tomar?
que aborrezca la escritura.
Y otra vez vuelvo a caer
enfermo de la poesía,
y otra vez quiero saber
si la alejo de mi vida,
que motivo he de tener
para que querer vivirla.
Si, un día enfermé
y hasta hoy, sigo muriendo
soy enfermo de los versos
de sanar, no tengo fe
ni quiero buscar la cura,
por el cuaderno y la pluma
estoy seguro, moriré.
Quiero mi sepultura
adornada de poemas,
quiero que sean las letras
las que digan en mi tumba,
aquí, yace un poeta
aquí, vive su escritura.