Amuleto
No lo dudes, yo te amo todavía
y en la mente he formado un laberinto:
por las noches, solo hablo que está extinto
el amor que profeso cada día.
Soy el hombre embriagado, vida mía,
prisionero de tu boca, cual recinto
y me haces que te quiera por instinto
repartiendo la pasión en poesía.
Soy el labio, cuya orza soñadora,
creador del deseo moribundo:
y escribo, por razón meditadora
lo que siento por ti cada segundo.
No lo olvides, yo te pienso, hora a hora
y sin ti, vivo lejos de este mundo.
Samuel Dixon