Que felíz que soy, desde que te
marchaste de mi hogar y, pensaste
que yo me moriría por falta de tu
amor; que iba a sufrir porque
no tenía quien prepare una cena.
Cómo me reía, si en el velero quién
no aprende a preparar un bocado
no es pescador, hasta la fecha no
me hace falta para que me prepares
un bocado, ni para que me des
calor de amor .