Diminuta entre mis manos
es la piña, mi amuleto,
y es que una vez fue piña
y ahora es presa del fuego.
Arrojada por la Moira
victimaria en decrescendo,
quiere la piña ser viva
cuando no es más que un objeto.
Siente la piña ser piña
entre la hoguera y el ropero.
Siente la piña sin vida
ser el fruto de su ego.
Sus hojitas entre llamas
dan cenizas a un sujeto
que por ser niño en sus canas
ahora guárdala en secreto.
Siente la piña ser seca
pero es mía, mi amuleto,
cascarón recién vacío
que bien tomo por reflejo.
Sin embargo, su corteza
da su fruto en las cenizas
Sin embargo, sus hojitas
aún renacen con tristeza.