POEMA DE LA DESPEDIDA
Después de caminar la noche entera,
de viajar en penumbra solitario,
sin que alumbrara una ilusión siquiera,
llevando la tristeza por vestuario.
Sentí que de mis ojos resbalaban,
lágrimas de dolor bañando el pecho,
y al sentir que mis piernas se doblaban,
caí en sollozos sobre el blanco lecho.
¡Silencio…! ¡Desamparo…! En torno mío,
no se escucha tu voz y el alma llora,
de lo que me rodea, siento hastío,
y una sed de tu amor que me devora.
La casa sigue sola, tan callada,
no estás conmigo, pero estás aquí,
vuelvo a sentir tu voz, tu risa amada…
Es tan triste saber que te perdí.
Tu mirada lejana, tan ausente,
tus gestos presagiando despedida,
un sudor frío acarició mi frente,
al ver que te alejabas de la vida.
Y me sentí perdido en mi demencia,
muerte y olvido como cruel destino,
ansioso, fui buscando tu presencia,
y en pos de ti, se disipó el camino.
No veía que el sol de mi ventura,
regara con su luz mi senda triste,
solo miraba mi caverna oscura,
tan colmada de horror cuando te fuiste.
Era imposible retenerte amor,
muy bien lo comprendí en mi amargura,
el llanto derramé en mi clamor,
a un paso de la honda sepultura.
¿Cómo puedo creer que estás ausente?
¿Si te siento a mi lado en todo instante?
Si en todo mi vivir estás presente,
si eres en mí vivir dolor constante.
KIN MEJIA OSPINA