El rugoso lino de las cortinas
desviste emociones viscerales,
prenda al contraluz del extenso pasillo
de sensualidades y elegante erotismo.
Ya cruzado el umbral del hogar,
nuevamente imagino
tus solícitas curvas,
la firmeza hambrienta
de tu esbelta y suntuosa silueta.
Resulta poderoso el aroma,
éste, aunque te fuíste,
perdura ahora en cada objeto
como grato recuerdo,
es talismán para mi persona.
El perfume de tu carne adobada
por una redondez viajera y vital,
permanece translúcida
todavía brilla y atrae,
existe en el sudor cercano,
el de mi imaginación; y vive!
lleno de excitación me embriaga
y arremete aproximando
las mieles del deseo,
cargando mi origen
desde el oceano primitivo
de una corriente roja
hinchada por impulsos.
Cierro los ojos y veo...
me extasia el recorrido,
lamer esas entrañas habidas
en el verdadero contenido,
el de tus palpitaciones.
Sigo poro tras poro,
sigo sorbiendo
del manantial habido en tu piel.
Aprieto mis ojos...
y sigo bebiendo
de toda la gracia cabida
en la sustancia de tu elixir,
en la fragancia mineralizada
de tus atributos.
Mi surgencia sólida desprende (por ti)
placeres exaltados;
por ti descorro volúmenes líquidos.
Te sé persuasiva (aún sin pretenderlo y en el tiempo)
desdibujas el raciocinio,
destiñes las matemáticas
y cayendo los números
se tiñen galaxias enteras.
Tu agua anula pensamientos,
acompasa, da timbre
y alumbra a la sonoridad,
otorgas nuevas maniobras
a cada uno de los sentidos.
Siempre añades,
acompañas con tu cuerpo
llenas el baul de mi espíritu.
Recitas, con una rosa ceñida
a esa carnosidad de tus labios,
hueles a pétalos migrados
desde el inicio de lo profundo.
Deslizan caricias los compases de tus dedos,
tocan y aperciben la transmutación de mi animal,
con un largo y sensible tocado
elevas y amenizas el oxígeno del aire,
le abres la cola al piano y apasionado
goza, suena ardiente mientras procrea.
Te busco, olisqueo a gatas
el verdor cerámico de las baldosas.
Persigo el aliento de tu rastro
por las estancias, hoy, estacionales,
de los rincones de un pasado.