Amor sin frenos
Yo adoro a una dama con nombre de Eloísa
que suave y dulcemente pasea sin cesar...
me mira y me sonríe, me dice, voy de prisa,
lanzando un coqueteo, de pronto como el mar.
Ella es la dulce niña que roba mi suspiro
y pone siempre a flote la mágica ilusión;
pues quedo loco, loco, si cerca yo la miro
temblando en el silencio mi pobre corazón.
Cruzando el capitolio, de amor, soy un mendigo,
me cuenta hasta la lluvia que he sido yo el guardián:
así, como un rapsoda con versos pues le digo
lo que mi pecho siente, de frente, en el zaguán...
Yo he visto en tu mirada la luz de mi desvelo
¡oh, niña primorosa, contigo, todo amor!
Mirando las estrellas, observo cómo el cielo
me dice en su lenguaje, ya, dile lo mejor.
Samuel Dixon