He dejado suspendida la tarde, la noche espera y espera inquieta. El tiempo lo detuve en un charco, mientras el alba teje sus trenzas.
Hoy no me senté en la mesa, no mordí la fruta cotidiana. Las sábanas quedaron intactas y el reloj no marcó las 7:30.
Las chancletas fueron solo chancletas y la lluvia no alcanzó la tierra, se quedó bostezando entre las nubes y la ventana se cerró detrás de la puerta.
Hay días que no son días, hay noches que es mejor no tenerlas. Las espinas pueden más que las rosas cuando la rosa es solo una quimera.