Un surco de hambre está siendo arado
en la nueva ciudad,
debido al fracaso de los mayores.
Los niños juegan y los jóvenes se besan,
y nada conocen
de la ruina que les espera.
Ellos caminan sin pisar la tierra,
y su felicidad es el atributo de los inconscientes.
Como en el envés del verso de Lorca.
Y algún día dirán ¡Puta España!
Desde la necrosis del óxido de las grúas
en la gárgola de su patria.