Ivette Urroz

Con la blandura de mi alma

Con la blandura de mi alma,

la tristeza erigió su choza de paja y talalate,

campechanamente

extendiéndose por todos los ángulos de mi ser

como raíces en la tierra del maíz.

Pero la sombra, ¿no es acaso ella misma una prisionera?

en un arranque de locura,

en su zozobra, con su mano pachona,

decretó el descalabro, siendo más vieja que el pinol

acusaba a la tristeza de amelcocharse en

sus dominios con sigilo. ¿Saldrá jodida de razón?

¿No será este el eterno danzar de antiguas penas?

Quedando en un quedar, y metiendo su cuchara

para resolver un bochinche, en un acto herculino,

nombraron un testigo Masaya, huésped de mi pecho

quien ya amanecía siempre de luna,

el pobre corazón, en su danza del garañón,

con sus patas para arriba

no pudo pronunciar un dictamen deacachimba.

En su lugar, sin ni más ni más me sentenció a implorar,

deseando que tristeza y zozobra no cedan su espacio

a la radiante esperanza, ¡dijo aquí mando yo

y los tendré a mi lado, eternamente!

 

¡Oh, mi corazón obstinado, ve para arriba ve su barriga!

Bulliciosamente desmarimbó cualquier súplica, jayanamente

como acostumbra meter palos en las ruedas

¿y ahora qué, mete el miedo con no despachurrar su choza de talalate,

si oso hacerme la loca con su chiflado mandato? ¡Ay de mí!

Ivette Mendoza Fajardo