jvnavarro

DIARIO DE VERANO: IV

 Hoy ha sido un día
 de un desvivir tremendo,
he terminado grafitado.
Y es que he estado agarrado
 a un cubo de pintura,
dale que dale,
 arriba y abajo,
con la brocha y con el rulo
y hasta con las manos,
hasta conseguir
que el blanco del bote
sobre las paredes fuera
la expansión del universo
a través de una onda
de colores bien radiados,
de gran calado,
allí reflejados.
 
Blanco de las paredes
color casi un regalo,
en la Mancha sagrado,
y en los pueblos
con sabor marinero 
de antaño,
casi a la vista,
junto al azul perla
o morado,
un agradable regalo.
 
Son estas pequeñas aventuras,
cosas  del verano
y es que uno se aburre
y se hace pintor de paredes
aunque solo sea por unas horas
que de repente 
gratis me he encontrado.
 
El mar de mis amores
a lo lejos se divisa,
sale el sol y trampea la luna, 
alguien en el camino del alba
se cruza y con un patinete,
se encamina a hacer 
sus quehaceres diarios.
 
 Unas nuevas formas
de aculturación barata
pasa junto a nosotros
en este cálido verano.
 
 Ya transitan por la vida,
en este paseo 
junto a una escollera colgando,
los desheredados, bohemios,
melancólicos y melómanos, 
loa alegres y tiranos,
se ve con solo mirar 
lo que alrededor nos sirve
de apaño.
 
Cada cual va a la suya,
nadie se necesita,
circula cada ser humano
con la mente puesta 
en llegar, solo llegar,
hasta allí donde  espera
un vacío grande
de esos que dejan
malos rastros.